Así amaneció el frente de la escuela especial 505 de la ciudad de Moreno. Es que una vez más el gobierno marxista de Axel Kicillof, en la persona de su director general de Cultura y Educación, Alberto Sileoni, direccionó instrucciones precisas (no escritas), a los inspectores regionales que, a su vez, derivaron a los distritales y de allí a los docentes, para que la conmemoración del 24 de marzo sea tratada con los chicos sobre 2 ejes centrales: la cantidad de desaparecidos y el icono del pañuelo blanco de madres de plaza de mayo.
De esta manera los docentes de toda la provincia, ya contaban con la directiva de presentar a sus superiores la temática que deberían trabajar durante toda la semana previa al acontecimiento. Para ello la militancia enquistada dentro de los colegios púbicos comenzaron a desplegar toda la batería de recursos gastados para que les llegaran a los alumnos por fuera de lo curricular, fotocopias para completar, actividades plásticas y charlas de familiares de víctimas de la represión.
Hasta aquí nada fuera de lo común, lo insólito de este año en Moreno, es que se produce en un contexto de inactividad escolar producto de serios problemas edilicios en una gran cantidad de establecimientos. La orden estrictica desde la provincia fue: abrir los servicios igual a como dé lugar.
La consejera escolar Josefina Díaz Ciarlo, presidente del Consejo Escolar, rápidamente salió al ruedo a desmentir dicha especie y agrego que los problemas que persistían eran pocos y se debía al corte del fondo educativo bonaerense.
Lo cierto es que ni la Secretaría de Educación local ni el Consejo Escolar, ambos repletos de ñoquis, no han podido dar respuesta siquiera a la mala calidad de servicio alimentario escolar, ya en manos del municipio.
El colmo de la situación ha sido meterse en las escuelas especiales, abarrotados como nunca de matrícula, de chicos con severas dificultades de discapacidad a los que han utilizado para pintar pañuelos blancos en las veredas de los colegios.
El grafiti que hoy apareció en uno de estos colegios marca el límite de la paciencia de familiares de estos chicos, que tienen clases salteadas producto de la ineficacia del estado, que otorga servicios educativos paupérrimos, con edificios en ruinas y con escasez de personal idóneo.